Una habitación, muchas vidas.



El otro día estuve en una habitación de Lavapies. Tendría unos 10 metros cuadrados, una ventana pequeña, allí estaba la cocina y hacia mucho calor.

En esta habitación viven entre 5 y 10 personas, depende de la hora del día, depende de que día es. Quien vive allí no esta en la cárcel, lo hace para tener un lugar dormir, guardar sus cosas, comer comida al estilo añorado de casa.

Todo empezó en una noche de estas en las que todo podría haber pasado, podría haber muerto en la Auto-vía, podría haber visto la luna mas linda de siempre, podría haber luchado por mi vida. Lo que si paso fue que encontré a Hadji, de Senegal, 1,90m, fuerte e con una sonrisa que le protege de días tristes. Hadji empezó a hablar conmigo como tantos antes, pedía fuego pues su cigarrillo estaba triste y apagado, y su hora acababa de llegar.

Conversación tras conversación acabe en su casa. Al abrir la puerta encontré mas de 7 personas en el espacio que explique antes, todos negros, todos sonrientes. El español entro en su conversación cuando entré allí, cuando mis ojos abiertos les miraron la primera vez. Hablaban una mezcla de Francés y Criollo, su idioma.

Al entrar todos se me presentaron, Nicli, John, Jean y sabe dios que mas, tardaron 10 minutos exactos hasta que alguien dijo la primera palabra en mi dirección, preguntaba si yo estaba bien, en un español poco perceptible. Conteste con cara de guasa, afirmativamente. Como soy callado, preguntar a quien me conozca ;-), os o dirá, empecé una conversación con el pobre que me abordo. “Bien, gracias. ¿y tu? ¿Te gusta Madrid?” y otras cosas triviales. Casi una hora después me despedía de tan maja gente, ¡Hasta música compartí!

Empecé calmo y voy muy rápido, ¿Me he saltado algo? Dejo de coña y cuento lo que vine aquí a contar.

Conocí a un chaval de 21 años, de mi altura, de mi peso, muy soñador. En quince minutos me dijo que al llegar a España la policía decidió que tenia 17 años, le dio un papel de Senegalés y lo pusieron en una escuela de integración de jóvenes en Salamanca. Repito tiene 21 años, cuento, es de Liberia y nunca le preguntaron que edad tenia o de que lugar venia. Tiene un Nokia muy chulo, se lo regalo una chica española, muy guapa, tenia una foto suya en el Nokia. Le pase unas músicas de Peter Tosh, una foto de mi moto, y un mapa del camino a una agencia de empleo, es de los de suerte, tiene papeles, es vendedor callejero, Top-Manta. Conocí a un hombre con unos dreds muy molones, quería comprar mi moto por 2 euros y un abrazo, le dije que no me apetecía tener una deuda tan grande a ele, los dos nos reímos mucho. Conocí a un señor de Senegal, tiene 50 años y hecha de menos a su mujer. Solo me dijo que tenia ganas de poder ir a la playa y besar a su mujer cerca del agua, cerca de casa.

Salí del piso sin comer nada, pero el olor me dio ganas de quedarme más, de aprender más. De ver el Volvo que se quiere comprar el chico, de conocer al hermano del hombre, de dar un abrazo al señor. Otro día será.